DON GATO

Estoy en ese rincón cada día, en una esquina acurrucado contra la pared, en el quicio
de la ventana, o paseando con mis andares gatunos y elegantes sobre el muro blanco y
desgastado.
Os observo y me entretengo mientras que muevo mi rabo. Algunos paseáis en pareja
cogidos de la mano, y a veces… os paráis a besaros. Otros discutís y cada uno por su
lado. Los hay también quienes deciden ir en grupo, cual colonia gatuna, y al caminar
solos cambiáis vuestro extraño comportamiento. También existen los que van mirando
ese extraño aparato sujeto entre las manos. He visto a chicas llorar por cualquier
indeseable, y he visto a ese indeseable ir presumiendo para después terminar solo.
Os observo… desde las ventanas, desde cualquier rincón, desde el muro. Vais
frenéticos por la vida, sin ver nada más allá que no esté delante de vuestros ojos. Y
mientras que os advierto, continuo con mis andares gatunos, tan ligeros y elegantes.
Me tumbaré aquí, en lo alto de este viejo muro, tras estirazarme y sacar las uñas, cruzo
mis patas delanteras y apoyo mi cabeza negra sobre ellas.
¡Pobres humanos! ¡Qué pasáis por la vida sin observar su belleza! Os compadezco. ¿Sin
embargo sabéis lo que os digo? Os observo humanos ciegos.”

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