HISTORIA DEL LIBRO

Las tablillas de arcilla.

¿Cómo nacieron los libros? Para saberlo, debemos remontarnos en torno al año 4000 a. C., por lo que, como podrás imaginar, vamos a empezar hablando de un objeto que dista mucho del concepto de libro que entendemos hoy día. De hecho, ninguna forma de escritura parece haber aparecido antes de este momento. Fueron los sumerios, el antiguo pueblo que vivía en la Mesopotamia meridional, quienes inventaron el primer sistema de escritura documentado: la escritura cuneiforme. Los símbolos se imprimían con una herramienta puntiaguda sobre una tablilla de arcilla que se secaba después. Las incisiones, con forma de cuñas, eran breves y estaban dispuestas en forma piramidal.

Libro recomendado: “La Biblia de Barro”, autora Julia Navarro.

En Roma, un hombre se confiesa: «Padre, me acuso de que voy a matar a un hombre…».

Al mismo tiempo Clara Tannenberg, una joven arqueóloga nieta de un poderoso hombre de oscuro pasado, anuncia en el transcurso de un congreso el descubrimiento de unas tablillas que, de ser auténticas, serían la prueba científica de la existencia del patriarca Abraham: se trata de la obra de un escriba que recogió el relato del profeta sobre la creación del mundo, la confusión de las lenguas en Babel y el Diluvio universal. Una auténtica Biblia de Barro.

Junto a un equipo de arqueólogos, poco antes del inicio de la última guerra del Golfo, Clara pondrá en marcha unas arriesgadas excavaciones que alientan a muchas personas a acabar con su vida y la de su abuelo: desde millonarios traficantes de arte hasta cuatro amigos que no desistirán hasta culminar una implacable venganza.

Los rollos de papiro.

Debemos dar un buen salto adelante en el tiempo para admirar los primeros rollos de papiro. Los primeros hallazgos datan de 2400 a. C. y son originarios de Egipto. El papiro se extrae de la médula de la homónima planta que crece a lo largo de las orillas del Nilo. La médula, extraída del tallo, se cortaba en tiras, se prensaba, se pegaba y se secaba. ¿El resultado? Una hoja en la que se podía escribir con un cálamo afilado, obtenido del tallo de una caña. Las hojas individuales se pegaban después en rollos que alcanzaban incluso los 16 metros de largo. El texto (escrito en la cara interior del rollo) estaba ordenado en columnas de varios centímetros de ancho.

Los papiros se enrollaban y almacenaban en tubos de madera. Su consulta, digamos, no era la más práctica: los rollos estaban envueltos en palos de madera voluminosos y para desenrollarlos había que usar ambas manos. Otro inconveniente: el papiro es un material frágil sujeto al desgaste y a la humedad. Lejos de su cálido y templado clima natal de la cuenca mediterránea podría pudrirse fácilmente.   

El pergamino.

El pergamino, uno de los mejores materiales para la escritura

En torno al siglo II a. C. surge un nuevo material para la escritura: el pergamino, una membrana obtenida de la piel de animales que se calcinaba, limpiaba y estiraba. Se obtenía así una superficie fina, muy pulida, resistente y elástica. Los pergaminos más refinados aún se consideran uno de los mejores soportes para la escritura —no es casualidad que se siguieran usando hasta el siglo XIV d. C.

¿Cuáles son los orígenes del papiro? Debemos mirar hacia Grecia. El nombre deriva de la ciudad de Pérgamo, lugar en el que se encontraba una de las bibliotecas más grandes del mundo, rival de la Biblioteca de Alejandría. Fue en la época en la que el papiro comenzó a escasear cuando los pergaminos se convirtieron en la alternativa perfecta.

Libro recomendado: “Nunca digas de fue un sueño”, autor Terence Moix.

Cleopatra llora el fin de su amor en una barca que remonta el Nilo. Ha sido abandonada por su amante, el romano Marco Antonio. En el corazón de ambos todos los conflictos del amor y la pasión, que llevarán a nuevos encuentros que inevitablemente tendrán un destino fatal. No digas que fue un sueño es una gran novela de amor, enmarcada en un período histórico apasionante: los estertores del Egipto amenazado por el imperialismo de la todopoderosa Roma. Pero es, sobre todo, un intento de reivindicar la figura de una de las mujeres más fascinantes de la historia. Cleopatra aparece en esta novela como un personaje original y contradictorio.
Ya no es solo una mujer enamorada, sino una mujer entregada por completo a la política, esfera en la que supo cultivar el mestizaje y sacar provecho del mismo para sus fines.
Un espléndido retablo sobre todas las fases del amor, sobre la muerte y la caída de los imperios, temas que Terenci Moix plasma con maestría en esta novela.

Las Tablillas de Cera.

En la antigua Roma y en Grecia comenzaron a circular las tablillas de cera, mucho más prácticas que los materiales precedentes de escritura. Se trata de pequeños bloques de madera que se recubrían con capas y capas de cera e incisos con la punta de un punzón (de madera, de metal, de hueso o de marfil). Las tablillas podían rascarse y reutilizarse. Lo innovador era la forma: las tablillas (que recuerdan a las actuales tabletas) estaban unidas en un extremo mediante hilos de cuerda o de hierro. Estamos frente al antepasado de las carpetas de anillas y de los libros encuadernados.

Los Códices.

Hemos llegado a la mayor revolución en la historia del libro. Los romanos los llamaban «códices», un nombre que deriva del latín «caudex» (corteza, tronco de árbol). Dichos códices, tenían aspecto de libro como lo entendemos actualmente: estaban protegidos por una cubierta de madera (o de hojas de papiro o pergamino pegadas) y su interior incluía hojas de papiro escritas en ambos lados.

La gran revolución reside en la comodidad del formato: los códices eran de dimensiones reducidas, las páginas eran fáciles de hojear y los números de página y el índice facilitaban su consulta.

A pesar de esto, los paganos y el pueblo judío seguían muy apegados a la tradición del rollo y se mostraban muy desconfiados ante la novedad. Sin embargo, por otra parte, estaba la comunidad cristiana, que acogió con entusiasmo la novedad descubierta, con los monjes que transcribían en los códices oraciones y textos sagrados. En la Edad Media, el cristianismo fue decisivo en la afirmación de los «nuevos libros», que se volvieron un importantísimo medio de transmisión de las obras literarias.

Más adelante, con la invención de la imprenta, parte del trabajo de los monjes copistas, se verá perjudicado, sin embargo, el pueblo será el beneficiado de dicho progreso, puesto que tendrán mayor facilidad a la hora de poder adquirir libros y en su propagación, ganando el pueblo en cultura.

Manuscritos Iluminados.

Recordemos que ya en el año 105 d. C., en China, Cai Lun inventó el papel. Sin embargo, todavía hubo que esperar un poco de tiempo para ver el primer libro encuadernado con páginas de papel. En el período del 400-600 d. C. aparecieron los primeros manuscritos iluminados en hojas de pergamino. Estos valiosos libros estaban escritos a mano por los monjes, decorados con materiales preciosos, como plata u oro, coloreados con tintes brillantes y adornados con ilustraciones detalladas.

En la Biblioteca de Madīnat al-Zahrā  o Medina Azahara en Córdoba (Andalucía) contaban con la mejor literatura y con tesoros tan valiosos como este tipo de manuscritos. Al igual que literatura sobre: medicina, teología, filosofía, cantares, botánica, etc. Siendo una de las más grandes del mundo, después de la de Constantinopla.

Libro recomendado “El nombre de la Rosa”, Autor Umberto Eco.

Es la Edad Media en la vecindad del invierno de 1327 bajo el papado de Juan XXII. El franciscano Guillermo de Baskerville y su discípulo, el novicio benedictino Adso de Melk, llegan a una abadía benedictina ubicada en la Italia septentrional y famosa por su impresionante biblioteca, la cual tiene unas estrictas normas de acceso. Guillermo debe organizar una reunión entre los delegados del papa y los líderes de la orden franciscana, en la que se discutirá sobre la supuesta herejía de la doctrina de la pobreza apostólica, promovida por una rama de la orden franciscana: los espirituales. La celebración y el éxito de dicha reunión se ven amenazados por una serie de muertes que los supersticiosos monjes, a instancias del ciego exbibliotecario Jorge de Burgos, consideran que siguen la pauta de un pasaje del Apocalipsis.

Guillermo y Adso, evadiendo en muchos momentos las normas de la abadía, intentan resolver el misterio descubriendo que, en realidad, las muertes giran alrededor de la existencia de un libro envenenado, un libro que se creía perdido: el segundo libro de la Poética de Aristóteles. La llegada del enviado papal e inquisidor Bernardo Gui inicia un proceso inquisitorial de amargo recuerdo para Guillermo, que en su búsqueda ha descubierto la magnífica y laberíntica biblioteca de la abadía. El método científico de Guillermo se ve enfrentado al fanatismo religioso representado por Jorge de Burgos.

El primer libro impreso.

Una buena parte de la historia del libro coincide con la historia de la imprenta, que comienza en el siglo VI d. C., cuando se inventó en China el primer proceso de impresión con bloques de madera. El bloque de madera, con caracteres esculpidos en relieve, se bañaba con tinta y se imprimía en la hoja a modo de sello. Uno de los primeros textos impresos con este sistema —o, al menos, uno de los más antiguos que han llegado hasta nosotros— es una copia del «Sutra del Diamante» que data de 868 d. C.: se trata de un rollo compuesto por seis hojas de papel de más de cinco metros de largo.

Los tipos móviles y la Biblia de Gutenberg.

Hemos llegado a otra etapa decisiva en la historia del libro y la más importante en la historia de la imprenta: la invención de los tipos móviles. Seguimos en China, en 1041 donde el tipógrafo Bi Sheng inventó los tipos móviles de arcilla. En 1298, Wang Zhen perfeccionó el invento: sustituyó la arcilla por madera e inventó un sistema de mesas giratorias que mejoró la técnica de impresión. No obtuvo el éxito deseado por la cantidad de caracteres que posee el idioma chino.

Quien más adelante perfeccionó y llevó este sistema a Europa fue: el orfebre alemán Johannes Gutenberg. El primer libro impreso con la nueva máquina fue la «Biblia de Gutenberg», que vio la luz el 23 de febrero de 1455 con una tirada de 180 copias. De estas, solo unas veinte han llegado hasta nosotros.

A finales del siglo XV, la imprenta se había difundido a más de 200 países europeos, con una producción de más de 20 millones de libros. Lo que supuso un gran auge cultural, hasta en ese momento poco disfrutado por el pueblo llano.

Los clásicos en formato de bolsillo.

En 1501 nacen los primeros libros de bolsillo de los clásicos en griego y en latín.

Aldo Pio Manuzio, editor, gramático y humanista italiano recordado por dos descubrimientos que no podían faltar en nuestra historia: inventó el formato de bolsillo —libros de formato pequeño y económico— e introdujo la cursiva, cuyas letras compactas ayudaban a ahorrar espacio. Gracias a estos descubrimientos, muchos más «caballeros» podían tener libros y, en caso necesario, meterlos en el bolsillo para leerlos cuando y donde prefirieran.

Curiosidad: También existían libros escritos, guardados dentro de nueces o en formato minúsculo, para cuando tenían que hacer largas travesías a caballo, y no querían perder el placer de leer. Napoleón Bonaparte, siempre llevaba libros minúsculos.

Los libros en formato digital.

En los primeros años de la década de 1970. En este período, el Proyecto Gutenberg dio a luz los primeros libros electrónicos. Durante varios años, los libros digitales eran producidos con un único objetivo: archivar obras, sobre todo libros de dominio público. Fue en el siglo XXI cuando el formato digital empezó a considerarse también para la publicación. En el año 2000 se publicó el primer libro en formato electrónico: la novela «Riding the Bullet» de Stephen King. En un solo día se vendieron más de 400 000 copias. Unos años después, en 2007, Amazon lanzó Kindle, el primer lector de libros electrónicos, que también arrasó entre los lectores.

Hoy estamos en plena era del «e-book» o libro electrónico. No obstante, esto no significa que los libros de papel y tinta se estén extinguiendo. Los libros impresos conviven con sus «nietos digitales» y siguen fascinando con su insustituible olor de papel impreso.

Libros escritos por Lola de la Cámara.

La Fórmula secreta para la vida eterna.(Falta enlace a Amazon)

Genero Realidad- fantástica-cotidiana.

Antes de morir asesinados en un accidente de coche, Pedro (el alquimista del s. XVI) y su mujer Clara, le piden a su amigo Steffan… que cuide a su única hija Sussan, nacida en el s. XX. Ella, es la clave y la portadora de la “Fórmula para la Inmortalidad”, No siendo conocedora de dicho secreto, tan bien guardado durante siglos por sus padres y Steffan (vampíro).

Una poderosa organización secreta los perseguirá por toda España, hasta terminar en Florencia. Está en juego no solo la vida de Sussan, sino la inmortalidad para unos pocos elegidos de la Sociedad.

Tip-Tap, te acechan en la Oscuridad.(Falta enlace a Amazon)

Género Policiaco.

Que el crimen no descansa es algo que Rafael, brillante inspector de la policía cordobesa, experimentará, incluso, en sus vacaciones en un balneario del norte. Así, después de culminar felizmente la investigación sobre el cadáver aparecido en el lugar elegido para su descanso, sin solución de continuidad, recibe la llamada de su jefe desde la capital de los
Califas para que se incorpore antes de tiempo, debido a la escasez de efectivos.


En esta ocasión se las verá con un asesino en serie con tintes psicóticos y comportamiento imprevisible. Una dura prueba para Rafael y su compañera, la subinspectora Cristina, quienes tendrán que emplearse a fondo, en una carrera contra el reloj, para evitar que la muerte siga incrementando sus siniestras listas. Todo ello, en medio de una bella ciudad que vivirá días oscuros y tormentosos. Y esto, no solo por la climatología.

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