EL LIBRO DE KELLS (800 d.C.)

Es un manuscrito ilustrado de los cuatro evangelios del Nuevo Testamento cristiano, actualmente conservado en el Trinity College de Dublín (Irlanda).

Es el más famoso de los manuscritos ilustrados medievales por la complejidad, el detalle y la majestuosidad de las ilustraciones.

La belleza de las letras, los retratos de los evangelistas y otras imágenes, a menudo enmarcadas por intrincados motivos de nudos celtas, ha sido elogiada por los escritores a lo largo de los siglos. El erudito Thomas Cahill señala que, “ya en el siglo XII, Geraldus Cambrensis se vio obligado a concluir que el Libro de Kells era “la obra de un ángel, no de un hombre” debido a sus majestuosas ilustraciones y que, en la actualidad, las letras que ilustran el Chi-Rho (el monograma de Cristo) se consideran “más presencias [vivas] que letras” en la página por su belleza (165), los creadores del Libro de Kells se centraron en la impresión que tendría la obra visualmente, por lo que el trabajo artístico era el centro de la obra.

Origen y finalidad.

Iona Abbey

El Libro de Kells fue elaborado por los monjes de la orden de San Columba de Iona, Escocia, pero se discute dónde se hizo exactamente. Las teorías sobre su composición van desde su creación en la isla de Iona hasta Kells, en Irlanda, y Lindisfarne, en Gran Bretaña. Lo más probable es que se creara, al menos en parte, en Iona y luego se llevara a Kells para mantenerlo a salvo de los asaltantes vikingos que atacaron por primera vez Iona en el año 795 d. C., poco después de su asalto al Priorato de Lindisfarne en Gran Bretaña.

Una incursión vikinga en el 806 d. C. mató a 68 monjes en Iona y llevó a los supervivientes a abandonar la abadía en favor de otra o a la de la orden en Kells.

Los estudiosos han llegado a la conclusión de que el libro se creó para ser utilizado durante la celebración de la misa, pero lo más probable es que no se leyera, sino que se mostrara a la congregación.

Esta teoría se ve apoyada por el hecho de que el texto está a menudo redactado de forma descuidada, contiene varios errores y, en algunos momentos, parece que las ilustraciones que aparecen en él son una ocurrencia tardía. Lo más probable es que los sacerdotes que utilizaban el libro ya tuvieran memorizados los pasajes bíblicos y los recitaran mientras sostenían el libro, sin necesidad de leer el texto.

Se cree que el Libro de Kells fue el manuscrito del altar que pudo haberse utilizado por primera vez en los servicios de Iona y que, sin duda, se utilizó en la abadía de Kells. Las ilustraciones y la iluminación de colores brillantes lo habrían convertido en una pieza excepcionalmente impresionante para una congregación, añadiendo un énfasis visual a las palabras que el sacerdote recitaba mientras se las mostraba a la gente; de forma muy parecida a como hoy se lee un libro de imágenes a un niño pequeño.

Aspecto y contenido.

El libro mide 33×25 cm (13×10 pulgadas) y está compuesto por páginas de vitela decoradas con imágenes pintadas que van acompañadas de texto en latín escrito en letra insular con varios colores de tinta. Incluye los evangelios completos de Mateo, Marcos y Lucas, y parte de Juan, así como índices y referencias cruzadas, resúmenes y comentarios. Originalmente estaba encuadernado con una cubierta de oro y joyas que se perdió cuando el manuscrito fue robado de la abadía en 1007. La encuadernación ornamentada, por delante y por detrás, fue arrancada por los ladrones, lo que también provocó la pérdida de algunos de los folios de los extremos, y es posible que en ese momento se perdiera la última parte del Evangelio de Juan.

También es posible que Juan nunca haya sido copiado por completo. Hay pruebas de que el Libro de Kells es un manuscrito inacabado. Hay páginas en blanco, y faltan algunas ilustraciones; aunque pueden haberse perdido. El trabajo fue realizado por tres escribas anónimos distintos que en la actualidad solo se identifican como Mano A, Mano B y Mano C. Era habitual que más de un escriba trabajara en un manuscrito (incluso en una sola página de un libro).

Ilustración y decoración.

Las imágenes del Libro de Kells (y otros manuscritos ilustrados) se denominan miniaturas.

Los artistas que pintaban estas obras eran conocidos como miniaturistas, pero más tarde como ilustradores. El ilustrador comenzaba con una hoja de vitela en la que normalmente ya se había escrito el texto. El monje frotaba la parte de la página en la que iba a trabajar con arcilla o adhesivo de cola de pescado o con “una mezcla de bálsamo de buey y albúmina de huevo o frotando la superficie con un algodón humedecido en una solución diluida de cola y miel” (Bolonia, 32). Una vez preparada la superficie, el monje preparaba sus pinceles (que estaban hechos de pelo de cola de ardilla prensado en un mango), así como sus plumas y pinturas, y se ponía a trabajar. Los errores en la imagen se borraban frotando con trozos de pan.

De forma totalmente sorprendente, y a pesar del prestigio con el cual los monjes han querido rodear la obra, no hicieron uso de pan de oro o plata para adornar el manuscrito. Los pigmentos necesarios para las ilustraciones fueron importados de todos los rincones de Europa, y fueron objeto de profundos estudios: el negro se obtuvo de las velas, el rojo brillante del rejalgar, el amarillo del oropimente y el verde esmeralda de la malaquita pulverizada. El costosísimo lapislázuli, de coloración azul, procede del noreste de Afganistán.

Las miniaturas son más ricas y numerosas que en cualquier otro manuscrito bíblico de Gran Bretaña. Consta de diez páginas llenas de miniaturas que han sobrevivido a la prueba del tiempo, además de dos retratos de evangelistas, tres representaciones de los cuatro símbolos de los evangelistas, una página cuyos motivos recuerdan un tapiz, una miniatura de la Virgen y el Niño, otra miniatura de Cristo en el trono y, finalmente, dos últimas miniaturas dedicadas al juicio y a la tentación de Jesús. Por otra parte, existen otras trece páginas repletas de miniaturas acompañadas en esta ocasión por un breve texto: en particular, es el caso del inicio de cada Evangelio. Ocho de las diez páginas dedicadas a las tablas canónicas de Eusebio de Cesárea están también ricamente ilustradas. Además de todas estas páginas, se contabiliza en el conjunto de la obra un gran número de decoraciones más pequeñas o de iniciales iluminadas.

Errores.

Existen varias diferencias entre el texto del Libro de Kells y el normalmente aceptado por los Evangelios, por ejemplo:

En la genealogía de Jesús, que empieza en Lucas 3, 23, Kells nombra erróneamente un antepasado adicional.

En Mateo 10, 34b, debería leerse “non veni pacem mittere, sed gladium” (no he venido a traer la paz, sino la espada). Sin embargo, en vez de “gladium” (“espada”), en el manuscrito de Kells se ha escrito “gaudium” (“alegría”); así, la traducción queda no he venido a traer la paz, sino la alegría. Probable distracción del copista.

Exposición.

En la actualidad el manuscrito está expuesto permanentemente en la biblioteca del Trinity College de Dublín (Irlanda), bajo la referencia MS 58.

Fuentes:

El Libro de Kells – Enciclopedia de Historia Mundial (worldhistory.org)

Volver arriba

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies